viernes, 4 de mayo de 2012

Crónica Laboral: Beatriz

- Hello Sebáschian, how are you?

No sé en qué momento Beatriz entendió que era yo el que estudiaba inglés. Supongo que habrá sido algún comentario de ésos que se hacen para tener algo en común, mientras los pacientes de esta licenciada esperan a que llegue a atender con retraso por algún inesperado fenómeno en el tránsito. Beatriz me dijo que trabajó toda su vida haciendo traducciones, pero la pranausieishon se le fue ajando con la jubilación, me parece. También se fue ajando una fibra, supongo, la que mantiene las amenazas como amenazas y no como certezas, como invasiones. Ahora toda su casa está rodeada de ladrones e inflitrados que le cambian las cosas de lugar, el azúcar aparece volcado en la alfombra del living y ya no hay paz. Todo el tiempo camina una mujer con tacos por el palier de su piso, se ensaña con ella marcándole cada paso frente a su puerta. El mundo se volvió extraño y poco acogedor para Beatriz. 

Ella trae caramelos de miel al consultorio y reparte. Si hace frío, presupone catarros y trae de propolio. Cocina mucho para ella sola o para alguien más, pero no sé bien quién es, porque no leí su historia clínica. Hace un tiempo dejé de leerlas, porque no me hace más sano o más normal que los pacientes. La licenciada que llega tarde me dijo, mirando una bandejita con budín marmolado casero, que preferiblemente no pruebe lo que Beatriz cocina, uno nunca sabe. 


Ella es la imagen de una abuela común y buena, es la imagen de alguien muy mayor y muy respetable. Pero acá todos tenemos un Mr. Hyde, el cual vive y late y a veces brota. El ideal de ser humano es extraño y muchas veces contradictorio, pero en estos consultorios es donde se expresa en una de sus facetas crudas, reales sin realismo mágico (aunque algunos pacientes e incluso profesionales lo practiquen). Beatriz contiene un veneno, un suero maligno que, según sugiere la licenciada que llega tarde, está inundando su discurso de abuela buena. Como se deja ver, habla en código para decir sin confesar lo que ocurre puertas adentro, donde la gente se hace diagnóstico y cura potencial. 


¿Qué mundo es el que vive Beatriz, es muy distinto, es muy el mismo? Yo no me animo a probar los caramelos, la miel no me gusta, y el propolio me suena a propofol, a anestésico. Tengo una bolsa con 30 o 40 ya, esperando a pudrirse.



















2 comentarios:

  1. ¿Sera la Beatriz que yo imagino? Me gustó.

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  2. Sí, es la que me habla siempre en inglés. Está bastante jodida parece...

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