miércoles, 15 de junio de 2011

Basta

Ayer soñé que charlábamos. Nos acordábamos de cosas viejas, en una habitación blanca. No importaba la habitación, nunca importó.

Nos acordábamos de cosas que no pasaron, de cosas que sí, de cosas que más o menos.
Yo te hacía acordar de una casa que tenía un molino, en la que vivía con mi familia, nos acordábamos de mi habitación. También de la tuya, de la cama cucheta y las paredes rojas, que interveniste pintando como desde un sueño, pero otro.

No estábamos como estamos generalmente cuando la calle o la facultad nos obliga a cruzarnos y saludarnos. Era como si no estuviéramos, como si nunca hubiésemos estado, como si no fueramos nosotros. Me desperté con la certeza de que no hay retorno, por suerte. Soñé que otros vos y yo se reconciliaban después de años. Hay cosas que por más mística y predestinación que les empastemos, sólo se pegan por la simple razón de no ser contradictorias. Por la pura posibilidad de haber estado juntos, nada más, es que fuimos lo que fuimos y somos la nada que somos.


En este cielo no hay soles encendidos
sólo tapices imitando estrellas
alfombras frías sin pudor
me voy de tu ciudad.

En  este cielo no hay soles encendidos
son sólo estrellitas de imitación
me pierdo, me voy yendo
me escapo de tu luz.

De noche todos los gatos son más pardos
y todos los miedos más malos
y las mentiras más grandes
y mis fantasmas más reales.

me pierdo porque no quiero encontrarte.

4 comentarios:

  1. este está muy bueno! Por un segundo, graciosa la asociación que hace uno, pensé que te estabas hablando a vos mismo.

    ResponderEliminar
  2. Bueno, es que en una época era medio así...

    ResponderEliminar
  3. "fuimos lo que fuimos y somos la nada que somos"

    Diste en el clavo ahí. Si es que hay un clavo.

    ResponderEliminar